¡Hola lectores/as de esta comunidad! hoy escribo este artículo desde Buenos Aires, a donde he viajado desde mi lugar de residencia en la Patagonia argentina. Al menos dos veces al año suelo venir a la capital. Estos viajes me permiten reunir a personas de la Comunidad Voz Esencial y ofrecer la posibilidad de resonar en vivo y en directo.
En un contexto donde la mayor parte de mis sesiones y programas (y otras tantas dinámicas de la vida) ocurren online, poder compartir la presencia física con l@s participantes es un regalo que tanto ell@s como yo atesoramos de manera muy especial.
Esto me llevó a preguntarme: ¿existe realmente un dilema entre lo presencial y lo virtual? ¿O son experiencias distintas, cada una con sus pros y contras, sobre todo cuando hablamos de procesos de sanación o desarrollo personal?
Si me acompañas, quiero compartir algunas reflexiones que me han estado rondando estos días, porque quizás también te sirvan…
Un poco de historia
Mi formación en el poder sanador de la voz fue 100% presencial. Pasé varios años en retiros profundos e íntimos, donde la energía de hermandad y conexión espiritual era la base de todo. Cuando empecé a ofrecer mis propios talleres, ni siquiera me imaginaba que estas prácticas pudieran realizarse de otra manera que no fuera estando tod@s físicamente presentes.
Sin embargo, en 2020 ocurrió algo inesperado. Después de un viaje iniciático a Egipto que resultó profundamente transformador, decidí dedicarme de lleno a facilitar talleres de Voz Esencial. Tenía claro dónde iba a empezar, estaba cerrando las fechas para los primeros encuentros… pero a los pocos días llegó la pandemia, y con ella la suspensión total de todas las actividades presenciales.
Como much@s terapeutas, docentes y facilitadores, me vi obligada a aprender a ofrecer mis propuestas en formato virtual.
El desafío de lo virtual
En los primeros encuentros, mi “traslado” al espacio virtual supuso entrar en terreno desconocido, y fue una experiencia muy desafiante. ¿Cómo facilitar un grupo cuya práctica central es la voz sin poder escuchar a l@s participantes? Las plataformas digitales no permiten que varias voces se sincronicen en tiempo real: si tod@s abren el micrófono, lo que se escucha es un caos sonoro imposible de seguir.
En esos primeros encuentros, la sensación era extraña e incómoda. Tenía que confiar a ciegas en lo que cada persona estaba expresando, “escuchar” al grupo sin oírlo físicamente. Este reto me obligó a dar un salto enorme de confianza, a afinar mi intuición y sostener la energía del grupo de una manera completamente nueva.
Los regalos inesperados
Lo que al inicio parecía una dificultad insalvable, se transformó en regalos que jamás había imaginado.
El más evidente: la posibilidad de llegar a personas de todo el mundo. Pude reunir a personas que conectaban desde Europa, Latinoamérica, Medio Oriente, Japón, Estados Unidos, Canadá, Australia… tod@s resonando al mismo tiempo en un solo campo compartido. Eso fue y sigue siendo maravilloso.
Sin embargo, lo más sorprendente fue experimentar de primera mano, cómo opera el campo vibratorio de información en acción. Ese campo invisible que nos abraza, que nos contiene y que habitamos, repleto de información, es un campo vibratorio. Y cuando resonamos con una intención en común y el corazón abierto, este campo compartido se abre para las personas que están resonando en él, no importa cuántos kilómetros de distancia los separen: la sensación de unidad, los mensajes y emociones compartidas eran tan claros e intensos como en los añorados retiros de Canto Sagrado que recordaba de los tiempos de mi formación.
Otro regalo inesperado lo trajo el hecho de que l@s participantes no pudieran escucharse entre sí. Lo que en un inicio parecía una limitación técnica terminó siendo una gran oportunidad: much@s descubrieron que, al no sentirse expuest@s, lograban animarse a resonar con mayor libertad, en la intimidad de sus hogares. Ese silencio compartido se convirtió en un espacio seguro, donde cada voz podía desplegarse sin presión ni vergüenza. Paradójicamente, lo que la tecnología quitaba en términos de interacción inmediata, lo devolvía en confianza y entrega.
Hermandades de la nueva Era
A medida que los grupos van avanzando y caminamos junt@s, los lazos de hermandad se van estrechando. Personas que nunca se han visto en persona llegan a sentirse tan cercanas como si compartieran el mismo hogar. Así, poco a poco, vamos construyendo ese hogar virtual que sostiene los programas de Voz Esencial.
Hace poco tuve la dicha de encontrarme presencialmente con un grupo de prácticas con el que venimos resonando en línea desde hace dos años. Fue tan hermoso y emocionante escucharnos en vivo, sentir la energía compartida en la misma sala. Una de las participantes repetía durante todo el día: “Me gusta más lo presencial… pero si no fuera por lo virtual, nunca hubiéramos llegado hasta aquí.” ¿Dejará de participar en lo online? ¡Para nada! El encuentro presencial fue simplemente un regalo extra.
Sé que hay personas que no se inscriben en mis programas porque no quieren lo virtual, y lo entiendo, ¡si yo misma sentí esa resistencia al principio!. Pero como dijo otra alumna: “Lo importante no es tanto el formato, sino el contenido.” Si lo que buscamos aprender resuena con lo más profundo de nuestra alma, ¿por qué no abrirnos a la posibilidad de adaptarnos? He tenido alumnas en Australia que se conectaban a las 11 de la noche, al mismo tiempo que otra en California empezaba el día a las 5 de la mañana. Todo por compartir un mismo espacio de resonancia y descubrir los regalos ocultos que guarda nuestra voz.
Hoy agradezco profundamente la posibilidad que nos dan las redes de conectar con tantas almas alrededor del mundo que desean descubrir el potencial de su voz. Y agradezco también el regalo de poder viajar y encontrarnos en presencia: cantar junt@s, abrazarnos, compartir sin límite de tiempo. Ambas experiencias —lo virtual y lo presencial— son tesoros que nos ofrece esta era moderna. Y usarlos para recuperar saberes ancestrales del ser humano es, en sí mismo, parte de la magia de la Era de Acuario.
Para cerrar… un deseo
Mi anhelo más profundo, y lo que me impulsa cada día a seguir haciendo lo que hago, es aprovechar esta herramienta maravillosa que nos brinda la tecnología para seguir expandiendo la comunidad de personas que transforman su vida activando su Voz Esencial. Y, al mismo tiempo, abrazar cada oportunidad que la vida me regale para resonar en carne y hueso con tod@s l@s que sientan el llamado, en retiros y encuentros presenciales.
¡Gracias por leerme! Espero que pronto te animes a resonar con nosotr@s, sea online o en persona. De cualquier forma, la conexión será mágica cuando la intención nace pura y desde el corazón.
Hasta pronto,
Virgi 🌸